lunes, 24 de diciembre de 2007

Comunicación entre esposos: ¡¡¡ruido, ruido, ruido!!!

Imaginemos a una pareja en la etapa máxima de su enamoramiento. Todo entre ellos es comunicación: se hablan con la mirada, con una y mil frases bonitas, a través de recados, tarjetas, cartas... ¡y hasta por telepatía!


Pero, un día... ¿qué pasa? Algo molesto sucede que rompe la comunicación, y de ahí se desencadenan una serie de situaciones tristes, conflictivas, y tan dolorosas que pueden llegar hasta la fractura o el rompimiento total de la relación: esa pareja ha permitido que el ruido se interponga entre ellos.


Pasa lo mismo que cuando hablamos por teléfono. De pronto puede surgir en la línea un ruido extraño que dificulta el entendimiento. Si el ruido es leve, sólo molesta un poco pero se logra la comunicación, aunque sea a medias. En cambio, si el ruido es estruendoso, hace imposible que llegue el mensaje.


En el caso del teléfono, la situación se arregla volviendo a marcar o conversando personalmente. Pero en el caso de una pareja de novios ¡y sobre todo de esposos! que hayan dejado entrar el ruido en su hogar, el problema se vuelve difícil -aunque no imposible- de resolver. Es importante, por eso, conocer los "ruidos", de todo tipo, que pueden dañar a la pareja, con el fin de evitarlos.


Tipos de ruido


- Egoísmo
El esposo llega del trabajo y no puede, o no quiere, desconectarse de los problemas o pendientes que tiene en su empleo y con ello bloquea la comunicación en su familia.


La esposa está tan entusiasmada hablando de su clase de cocina que no deja al marido hablar de nada más.


Alguno de los dos ha tenido un día horrible y no puede quitarse el mal humor, pero ni siquiera lo intenta, más bien se desquita con el cónyuge o con sus hijos, como si ellos tuvieran la culpa.
Uno de los dos no está en disponibilidad de comunicarse porque está muy cansado, tiene demasiado sueño o se siente mal.


Y en lugar de explicar su malestar, únicamente se duerme dejando a todos con una sensación de no haber sido tomado en cuenta y de que algo anda mal.


Todos estos casos son muestra de que las personas actúan a veces pensando sólo en sí mismas y esto no resulta justo para los demás. Este tipo de ruido resulta ser el más común.


No tiene que ser drástico para que corte la comunicación, basta con que uno de los dos interlocutores -el que habla o el que escucha - no esté realmente con ánimos de conversar para que se impida una verdadera comunicación.


- Activismo
"¡Ya llegué!... ¡ya me voy!" ¿Alguien recuerda esta conocida frase? Se trata de esas personas que llegan "volando" a su casa, nada más para cambiarse de ropa y volver a salir "disparado".


El cónyuge no alcanza ni a contestarle pues los ven como a una ráfaga que cruza varias veces al día por su casa.


Aunque este es un caso exagerado, sí sucede muchas veces que estamos todos tan envueltos en el activismo, que descuidamos la conversación tranquila con nuestra pareja, y esto, tarde o temprano, afecta la unión de los dos.


- Agresividad
No hay nada que corte más la disponibilidad de una persona para escuchar que una ofensa.


Si tenemos quejas o diferencias con nuestro cónyuge o novio, lo mejor es buscar las palabras que tengan el significado de lo que queremos decir pero sin ofender.
Algunas frases que podemos prohibir en el hogar son:


- Te lo dije... - Siempre que yo... , tú... - Nunca me... - ¿Qué?, ¿no entiendes?


Hay veces que el enojo o el orgullo nos hacen imposible este propósito de no ofender, pero es mucho más difícil pedirle a una persona que nos escuche y nos entienda, si se siente ofendida.


Aquí también cabe el otro propósito de olvidar las fallas que se han cometido en el pasado, como quien dice: "borrón y cuenta nueva", ya que el recordar las ofensas es otra forma de ruido dañino.


- "Adivinanzas"
Pedro y Sandra llevan cinco años de casados. Cada año Pedro se va una semana de pesca y también cada año Sandra se niega a ir con la excusa de que a ella no le gusta dormir en el campo.


Este año, Pedro organizó la cacería para fin de año y pensó que sería bueno invitar a sus hijos mayores, pero no a Sandra.


Pedro pensó: "No le voy a preguntar ni siquiera si me quiere acompañar, ya sé que a ella no le gusta eso de andar acampando".


A su vez, Sandra pensó: "No puedo creer que se vaya a ir en fin de año, que me vaya a dejar sola, sin los niños y ni siquiera me invite".Aquí puede surgir un conflicto que se pudo haber evitado hablando. Se trata de un marido "adivinador". Es cierto que muchos años de convivencia permiten a la pareja conocerse mejor, pero aun así, en muchas ocasiones es mejor consultar para saber a ciencia cierta los deseos o pensamientos del otro.


Por otro lado, también es más conveniente explicar lo mal que me hace sentir cierta decisión, o que se me tenga "tanta consideración", que armar toda una tragedia interiormente. No esperar que me adivinen lo que realmente quiero si no lo digo abierta y tranquilamente.


- Miedo de hablar:
Miguel piensa que podría tener mejores oportunidades de trabajo en otra ciudad, pero no sabe cómo decírselo a Susana. El cree: "La última vez que toqué este tema, se puso a llorar, mejor no digo nada. Si sólo tratara de comprender la situación".


En otra pareja, vemos que Lucía siente que dos hijos son muy pocos, pero su esposo Alfonso cree que son suficientes. Los embarazos son pesados para Lucía y los dos niños ya se hacen compañía el uno del otro. Ella pasaría otro embarazo difícil con la ilusión de tener una mujercita. Lucía, cada vez que la idea vuelve a su cabeza, piensa: "La última vez que hablamos de eso se puso furioso, mejor lo dejo así".


Es importante ser receptivos y calmados al escuchar a la pareja, motivarla y hacerla sentir que en realidad todo se puede tratar y todo se puede arreglar "hablando".


- Incomprensión
A Eduardo le encanta hacer planes con sus amigos del trabajo.Siempre se le hace fácil decir que sí podrán asistir a reuniones sin consultar a Marcela.


A Marcela también le gusta salir en pareja pero le agradaría frecuentar más a sus propias amigas con sus novios.


Pero como ambos saben 'que hablando se entiende la gente'...Marcela simplemente le dice a Eduardo: "Me gustaría que cuando hagas planes para el fin de semana me consultes primero".


En otra familia, a Esthela le encanta preparar postres para su familia, pero Horacio lleva un año tratando de bajar de peso y es muy antojadizo. Ella le dice que sí necesita bajar de peso, pero le sigue preparando postres. Horacio buscando obtener comprensión le dice:
"Esthela, ya sabes que me encantan tus postres, pero no me estás ayudando a mi propósito.


Te pido que sólo hagas postre una vez a la semana, así los niños disfrutan y yo sólo batallo un día".


Si estas situaciones no se comentaran, surgiría un sentimiento de incomprensión que podría afectar a la pareja.


- Grandes diferencias
Cuando una pareja se enamora, con tal de consolidar su unión, no da importancia a las diferencias entre los dos en cuanto a cultura, religión, o aspecto económico.


Esas diferencias, a la larga pueden estropear la comunicación en el noviazgo o en el matrimonio.


Otra diferencia importante que debe cuidarse, es el caso de que uno de los dos crezca intelectualmente cuando el otro se queda rezagado pues esto también puede ser factor de desunión.


Se puede dar cuando la mujer persevera en tomar cursos de educación para los hijos o formación espiritual mientras que al marido no le llama la atención.


O bien cuando el marido trabaja mucho y no comunica o explica a su mujer los problemas o cambios importantes por los que pasa su negocio u ocupación.


La esposa, si no tiene oportunidad de formarse y crecer de otra manera, por su ocupación de ama de casa y madre por ejemplo, podrá ir quedándose atrás en conocimientos básicos generales.Para evitar esto, es importante mostrar siempre un interés sincero en las cosas del cónyuge de ésta manera siempre tendrán temas en común y sentirán el apoyo de la pareja.


- Intervenciones
Es muy fácil que un conocido o familiar ponga ruido en una relación de novios o esposos, pero...¿quién les va a enseñar o ayudar a convivir de nuevo? La base para eliminar este ruido está en confiar plenamente en el cónyuge y no creer nada que se nos diga acerca de él o ella sin haberlo consultado con el 'acusado' primero.


- Silencios
Parece una contradicción, pero el silencio es, en sí mismo, un verdadero bloqueo para la comunicación, porque se puede mal interpretar.


Si bien es importante y hasta bueno que haya silencios en tiempos de paz y alegría, hay que estar siempre atentos a que nuestro silencio no represente un conflicto.Los silencios después de un enojo, pueden estar motivados por el orgullo. Si éste es el caso, no debemos dudar en romperlo ya que lo único que está causando es una serie de barreras y rencores que no se eliminan con facilidad.El que se atreve a romper este tipo de silencio orgulloso, es por lo general, el que tiene mayor humildad y habilidad de comunicación de los dos, y con seguridad también es ...¡el más inteligente!




Diana T. de Pozas

Fuente: Desarrollo y Formación Familiar A.C.

Papá y mamá trabajan para beneficio de la familia.

En el siglo pasado, quizás porque los hombres estábamos demasiado entretenidos en las cosas de la guerra hicimos el fenomenal descubrimiento de que las mujeres también están capacitadas biológicamente para conducir autobuses, sacar muelas o vender pisos. Desde entonces, tenemos entre manos un debate insoluble que gira en torno al ajetreo que la vida moderna impone a la pobre y estresada mujer moderna.



Últimamente se han oído algunas voces sensatas procedentes de un autoproclamado "nuevo feminismo". Son gente razonable, mujeres valientes, que se han parado a pensar y han llegado a una conclusión: que no puede ser bueno un estado de cosas que te obliga a elegir entre tu familia y tu vida laboral.



Se lamentan, por ejemplo, de la masculinización del modelo femenino, o de cómo hemos construido un sistema que menosprecia al ama de casa marujizándola. Pero me extraña que ni por este lado ni por otros se llegue a explicar de forma satisfactoria la importancia real de eso que hemos llamado "célula básica de la sociedad".



Los sesudos ideólogos modernos dicen que el problema está en compaginar el trabajo con la familia. Y por eso tratan de hacer equilibrios entre tres conceptos diferentes como si fueran tres peligrosas antorchas de malabarista: el ámbito laboral del hombre, el ámbito laboral de la mujer y el ámbito familiar de ambos.



Este esquema, basado en el individualismo más atroz, provoca por simple exclusión cronológica que el ámbito familiar acabe identificado con el tiempo libre y reducido a su mínima expresión. Al final es como si la gente hubiera de casarse sólo por pasar acompañado el tiempo de ocio.



Pero gracias a Dios la realidad de las familias felices, -que las hay-, supera con creces las paranoicas ficciones teóricas de los familicidas. Las familias que funcionan son aquellas en las que, de alguna forma, la disgregación es superada por la unión.


Estoy pensando en esos matrimonios en los que ambos cónyuges empujan en la misma dirección porque ambos saben que su familia, aunque no cotice en la bolsa, es una empresa más real que la Wolkswagen o la Coca-cola.


Los carniceros, los hosteleros, los relojeros, los médicos, los maestros, los embajadores y hasta los jefes de estado de todo el mundo han sido, son y serán mejores profesionales si, de alguna forma, cuentan codo con codo con el respaldo y la compañía de su cónyuge y sus hijos. Y el hecho de que el titular del negocio sea casi siempre el marido no resta fuerza al argumento.


¿O es que piensa Ud. que es más digno e importante poner ladrillos que alimentar, vestir y cuidar a quien pone ladrillos y a los hijos de quien pone ladrillos? La tarea pendiente de la familia postmoderna consiste en redescubrir la complementariedad de los sexos.
Se trata, sencillamente, de fijarse en la realidad evidente de las familias que funcionan. Es preciso reconstruir el puzzle y unir todas sus piezas en la vida familiar, en el tiempo libre y, también, en la vida laboral y económica.


Porque si marido y mujer son "una sola carne", ¿cómo no van a ser una sola cartera? Los luminosos tiempos oscurecidos de la Europa cristiana habían resuelto el problema con fórmulas que hoy nos podrían servir si acertamos a descubrir su espíritu.
Aquellos antiguos matrimonios "arreglados" por nuestros abuelos perdían romanticismo (y emoción) porque sobreponían la razón al sentimiento. Pero al menos entendían juiciosamente que cada familia es, entre otras cosas, una unidad económica, que el trabajo no es cosa de hombres, ni cosa de mujeres, sino cosa de toda la familia.


Por eso pienso, confiado en aquella sabiduría que nos ha hecho ser lo que somos, que familia que trabaja unida, permanece unida. Como la que reza.






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